Por Jorge Herrera-Monroy
En los
titulares de diarios de México, Estados Unidos y Europa se barajan “Posibilidad
de una perdida de la revocación” o “AMLO impulsa un referendo que puede
costarle la presidencia”. Mientras que otros lo califican como “El gran
defensor de la democracia por preguntarle al pueblo que es lo que quiere” o
“Que esto es una gran farsa política”.
Lo único cierto es que por primera vez en su historia, México preguntará este domingo 10 de abril a su población si desea que su presidente continúe o no en el cargo.
La revocación de mandato no es ninguna idea original de este gobierno, ese mismo ejercicio se ha celebrado en países como Venezuela o Bolivia en donde la democracia está en tela de juicio.
Un importante número de mexicanos consultados rechazan este acto, el cual consideran una consulta innecesaria y onerosa, debido a que a pesar de los tres años de gobierno de decisiones cuestionadas, la aceptación popular de AMLO continúa alta. Según Consulta Mitofsky con un 60,4% y El Financiero con un 57% en las encuestas.
Este domingo 10 de abril, los mexicanos deberán escoger en esta consulta entre dos opciones que definirán el futuro de AMLO: "que se le revoque el mandato por pérdida de confianza" o "que siga en la Presidencia de la República" hasta su final de mandato en 2024.
"Aquí, bajo palabra de honor, por mis convicciones, por mis principios, por mis ideales, si la gente vota por que renuncie, me voy, no espero, no le hace que no sea el 40% del padrón que participe", dijo.
Pero él sabe perfectamente que la baja posibilidad de que gane la opción de que se vaya, es muy remota.
De hecho, la oposición no ha manejado en ningún momento la campaña de votar a favor de revocarlo.
En las últimas semanas la batalla se ha centrado entre quienes promueven el voto por mantener al presidente y su partido en el poder y entre grupos los cuales llaman a la abstención.
El juego político de AMLO en esta revocación de mandato radica en que no va a perder la presidencia sino ganará más popularidad que permita reafirmarse en la presidencia y consolidar en el poder a su partido Morena para las próximas elecciones de junio venidero.
López Obrador es un estratega político experimentado con más de 30 años promovido la democracia y la lucha contra la corrupción y las malas acciones de los gobiernos anteriores. Bajo el lema “El pueblo pone y el pueblo quita" y su base electoral le cree.
La acción de ponerse como ejemplo, al promover la reforma constitucional sobre la revocación de mandato que no existía en México, y que apenas entró en vigor en 2019 es una prueba perfecta de su proceder político y de quienes lo han segundado en la consecución de firmas que fueron presentadas ante el Instituto Nacional Electoral para solicitar la consulta.
Ahora bien, hay
que analizar todos los escenarios posibles. Si la revocación de mandato resulta
un ejercicio poderoso de convocación de la ciudadanía, AMLO y su partido
saldrán favorecidos.
Pero si el remoto caso que el presidente mexicano no saliera favorecido con esta consulta el artículo 84 de la Constitución establece que la persona que ocupe la presidencia del Congreso de la Unión, Sergio Gutiérrez Luna de partido Morena, quien asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo para que, en los 30 días siguientes, el Congreso nombre a quién concluirá el período" como mandatario, apunta la constitución.
Mientras que el artículo 9º de la Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, por su parte, declara que "el Congreso General, constituido en Colegio Electoral, con la concurrencia de por lo menos las dos terceras partes del total de sus miembros, nombrará Presidente interino de la República. El nombramiento se otorgará en escrutinio secreto y por mayoría de votos de los miembros presentes".
Es importante señalar que tras las elecciones intermedias del año pasado, Morena y sus aliados perdieron la mayoría calificada, los dos tercios del Congreso, pero aún si suponen más de la mitad de los representantes de la Cámara.
Por tanto, si el partido Morena pudiera poner al sustituto de López Obrador, la pregunta obligada de los analistas políticos radica en ¿Dónde está el cambio? “Si el pueblo pone y el pueblo quita” entonces que pasa con la democracia que López Obrador pregona.
Ante esta situación, la opción que se está promoviendo es el abstencionismo, es decir no participar en la consulta para debitar la revocación y que López Obrador y Morena no salgan tan favorecidos.
Muchos mexicanas/os piensan que la revocación de mandato es solo una propaganda del gobierno disfrazada de ejercicio de democracia. Una cortina de humo ante asuntos más importantes y apremiantes que el gobierno de México debe atender.
Lo paradójico de todo está “danza política” es la actitud que comentó AMLO tomará ante los urnas de la revocación de mandato este domingo. Aseguró que votará en la consulta "porque un demócrata tiene que participar", pero no escogerá ninguna de las dos opciones. En su lugar, anunció que en la papeleta escribiría "Viva Emiliano Zapata".
El lunes la revocación de mandato será historia en México. Unos la recodarán como una danza política disfrazada de ejercicio democrático y otros con el pasar de los días la olvidarán.
Pero para los
partidos será un vector político de lo que seguirá en los próximos tres años de
mandato del presidente Andrés López Obrador y detractores.
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